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 Misericordia para Toda la Humanidad Profeta Muhammad

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تاريخ التسجيل : 14/05/2010

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مُساهمةموضوع: Misericordia para Toda la Humanidad Profeta Muhammad   Misericordia para Toda la Humanidad Profeta Muhammad Icon_minitime1الإثنين مايو 17, 2010 5:46 pm

El Creador de este majestuoso Universo quiere ser conocido.
Y como Él quiere ser conocido, Él se hará conocer.
Y como Él se hará conocer, Él hablará.
Y como Él hablará, Él hablará con el hombre que es consciente e inteligente.
Y como Él hablará con el hombre, Él hablará con el mejor y el más conspicuo de los hombres.
Y luego Él hablará a toda la humanidad a través de ese hombre que será su Mensajero y Profeta.

Por lo tanto, aquellos que quieren conocer al Creador de este palacio majestuoso del Universo primero deben encontrar, escuchar y seguir el mensaje de este Profeta.

Lo que sigue es un viaje imaginario que ponemos en escena para encontrar a aquel Guía Bendito.

Lo que sigue es un intento de entender a quien es conocido como «el Último Profeta»; a quien ha tenido a millones de seguidores más de catorce siglos; a aquel cuyo nombre es el Profeta Muhammad Mustafa (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él).

El Profeta Muhammad (la Paz y las bendiciones de Dios estén con él), cuya veracidad fue refrendada por todos aquellos que lo conocían, fue señaló a la revelación elocuente del Creador del Universo para probar su Profecía. Aquellos que leen en el Corán, el índice del libro de creación, comprobarán de qué modo se trata en el mismo acerca del Mensajero de su mensaje:

«Muhammad es el Mensajero de Dios, y el Último de los Profetas» (33:40).

«...otros mensajeros (como él) han venido antes de Él» (3:144).

“Seguramente le hemos revelado como hemos revelado a Noé, y a los profetas después de él, y hemos revelado a Abraham e Ismael e Isaac y Jacob y sus hijos, y Jesús y Job y Jonás y Aarón y Salomón, y como concedimos los Salmos a David» (4:163).

«Y no te hemos enviado, sino como una misericordia para todos los mundos» (21:107)

«Te hemos enviado como un portador de buenas nuevas y un advertidor» (25:56 y 2:119).

«Dios me ha ordenado ser el primero en abrazar el Islam« (6:14).

« ¡Oh creyentes! Creed en Dios y Su Mensajero y el Libro que Él ha revelado a Su Mensajero y los Libros revelados a otros Mensajeros anteriores a él» (4:136).

«Y una vez Dios pidió a los profetas: Cuando aparezca un profeta que confirme lo mismo que el Libro que tenéis, vais a creer en él y ayudarle. ...» (3:81).

« ¡Oh Gente del Libro! Venid a una proposición equitativa entre nosotros y vosotros que no serviremos a ninguno, sino a Dios y no asociaremos nada con Él, y que algunos de nosotros no aceptarán a otros como señores además de Dios. ...» (3:64).

Y relatando el versículo, «A aquellos que creen en Dios y Sus Mensajeros y no hacen distinción entre cualquiera de los Mensajeros, Dios concederá sus recompensas pronto» (4:152), el Profeta Muhammad (la paz sea sobre Él) enseñó que todos los Profetas deberían ser considerados iguales.

Esta Palabra Eterna de Dios no sólo exige la creencia en todos los Profetas sino también recuerda que los Profetas del pasado prometieron creer en aquellos que vendrían después de ellos. Convoca a aquellos a los que les ha sido concedido un Libro y la Sabiduría diciendo «vais a creer y ayudar al Profeta que confirma vuestra escritura». Cuando todo en los Cielos y en la Tierra se inclina ante la voluntad de Dios obedeciéndole y escuchándole, ¿es posible que nosotros no hagamos caso omiso de Su llamada a la fe? (3:81-83) Verdaderamente, deberíamos decir solamente «Creemos en Dios y en el Corán que nos ha sido revelado y en lo que fue revelado a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y sus hijos, y en los Libros dados a Moisés, Jesús, y todos los demás Profetas de su Señor. No hacemos ninguna distinción entre uno y el otro, y sólo ante Dios inclinamos nuestra voluntad (2:136).

Este Gran Libro también declara que Dios le tiene en elevada estima al Profeta Muhammad:

«Muhammad, como alguien que llama a Dios, con Su permiso, y como un candil radiante» (33:46).
«Y ciertamente tú eres poseedor de una moralidad sublime» (68:4).
«Seguramente Dios y Sus ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh creyentes! Bendecidle también y saludadle apropiadamente» (33:56).
«Di: Si amáis a Dios, seguidme, que Dios os ame y perdone vuestros pecados. Dios es Perdonador y Misericordioso» (3:31).

Así, hemos visto en estos versículos coránicos que aquel que era conocido como «Muhammad, el Veraz», era sincero y veraz cuando decía que ser el Mensajero de Dios. Ahora vamos a escuchar lo que él mismo dice, aquello que el Profeta que posee la llave del significado del Universo tiene que decir sobre si mismo.

Por una parte muestra su noble estado diciendo que Dios lo llama su «Más Querido», y por otra parte muestra su humildad y modestia diciendo: «No exageréis al alabarme. Soy tan sólo el Mensajero y un siervo de Dios». Por un lado dice que «Lo primero en ser creado fue mi luz», y por otro lado no permite que sus seguidores lo consideren más grande que el Profeta Jonás.

Cuando hablaba acerca de los profetas que vinieron antes de él, decía: «Yo soy aquel para quien Abraham realizo el salat y de quien Jesús transmitió buenas nuevas» (Hakim, al-Mustadrak, 2:453; Ali al-Muttaqi, Kanz al-Ummal, 11:384).

«Mi estado y el de los otros profetas se parece a la siguiente parábola: Un hombre construye una casa perfecta y hermosa, pero había un hueco que necesitaba ser cerrado. Cada persona que pasa por ahí dice: “Tengo curiosidad por saber cuándo se acabará este edificio”. El que lo va a terminar soy yo. Después de mí, ya no habrá defecto alguno en esta casa» (Bujari, Manaqib, 18; Muslim, Fadail, 20-23).

Él indica: «Soy enviado para completar la elevada moralidad» (Bayhaqi, Sunan-i Kubra, 10:191). Él declara: «No soy el profeta de una tribu, pero sí fui enviado a toda la humanidad». Él dice que el amor es el vinculo entre él y los creyentes: «Amad a Dios por sus generosidades y amadme por el amor que Dios hacia mí».

Y lo que él quiere no es nada más que ser amado y un saludo cuando se le menciona.

A continuación, escuchemos lo que dicen sus creyentes acerca de él:

«Su carácter es aquel del Corán», dijo Aisa, su esposa y amiga. Sus seguidores se refirieron a él como «el Corán que habla».

Cuando llegó a Medina desde La Meca los musulmanes le recibieron diciendo:

Salió la Luna sobre nosotros desde las colinas de Wada
Nos incumbe pues que demos gracias a Dios de la misma manera
Que aquellos que rezan y suplican que él continué haciéndolo,
encomiado por Dios. (Ibn Kazir, Al-Bidaya, 3:241)

La expresión de amor hacia el Profeta no está limitada a las narraciones de sus Compañeros. Los poetas se pasaron vidas enteras con la intención de formar estrofas y versos adecuados para declarar debidamente su amor y afecto hacia el Profeta. «No puedo ensalzar al Profeta con mis palabras, en cambio la remembranza de su nombre hace que mis palabras sean alabadas», señaló Hassan Sabit. Por otra parte, Imán Busri expresó su admiración diciendo «Incluso sus milagros parecen débiles en comparación con su verdad».

Rumi le mostró como la fuente de su inspiración: «Soy un grano de arena en el camino que él pisa. Si alguien relata algo de mí aparte de esto, estoy eximido de aquellas palabras y de él». Yunus Emre expresó su anhelo ansioso «Querría descubrir el camino que te lleva, y querría sumergirme en el polvo de aquel camino». Siglos más tarde, Bediuzzaman Said Nursi dijo que sería apropiado abordar un tratado con oro y diamantes sobre el Profeta. Sus amantes en cada era y siglo lo han llamado la «Rosa de Medina», anhelando la muerte que los unirá con él.

Este amor y lealtad hacia el Profeta Muhammad son testimonio en sí mismo a su verdad. Ya que millones de personas se han dirigido hacia él imbuidos en su amor puro, nosotros también regresaremos hacia él con respeto y deferencia, partiendo de un viaje en el tiempo para volver atrás y escuchar lo que él tiene que decirnos.

¡Mirad! Vemos que el Guía Bendita ha reunido a más de diez mil de sus compañeros cerca de La Meca, donde dio su Último Sermón. Es como si él estuviese más allá de los límites del espacio y el tiempo estableciendo la orientación eterna para la humanidad. Vamos a escuchar lo que él dice, como aquellos que le escuchan en ese preciso momento:

¡Oh gente! escuchadme bien,

Porque no sé si estaré entre vosotros después de este año. Por eso, escuchad con mucha atención lo que estoy diciendo y transmitir estas palabras a los que hoy no han podido estar presentes aquí, ya que a lo mejor los ausentes pueden entenderlas y asimilarlas mejor.

¡Oh gente!

Vuestras vidas, propiedades y castidad son sagradas e inviolables tal como lo son este día, este mes y esta ciudad. Están a salvo de cualquier ofensa.

¡Recordad!

Mañana vais a estar en la presencia de vuestro Señor y le daréis cuentas por vuestras acciones. Así que ¡cuidado!: no os apartéis del buen camino asesinándoos los unos a los otros después de que yo me vaya.

¡Oh gente!

Devolved los bienes que os han sido confiados a sus dueños legítimos. Dios os ha prohibido dedicaros a la usura. El que no inflija, no sufrirá ningún mal. Cada derecho surgido de las venganzas de sangre pre-islámicas a partir de ahora está anulado.

¡Oh gente!

! Es verdad que tenéis ciertos derechos respecto a vuestras mujeres, pero ellas también tienen derechos sobre vosotros. Recordad que las habéis tomado como vuestras esposas, sólo bajo la confianza de Dios y con Su permiso.

¡Oh gente!

Vuestro Señor es Único, y vuestro padre es uno: todos sois hijos de Adán y él fue creado del barro. El más noble de vosotros ante Dios es el más piadoso, y no hay superioridad del árabe sobre el no árabe (ni de cualquier raza o nacionalidad sobre otra) excepto por la piedad. Recordad que todos los creyentes son hermanos entre sí y los creyentes constituyen una hermandad.

Y ahora pregunta a sus Compañeros:

En el Más Allá, ¿qué diréis vosotros cuándo os pregunten por mí?

Los creyentes responden:

Somos testigos de que tú realizaste tu misión como un Mensajero y nos proveíste de orientación y consejo. También declaramos que el Profeta Muhammad realizó su deber en grado sumo.

¡Mirad! Él alza su dedo índice al cielo diciendo:



¡Oh Dios! ¡Sé mi testigo!
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